La triste condición de los humanos es estar siempre insatisfechos consigo mismos, siempre deseando cambiar. La ausencia de conflicto interno sólo se suele dar en los niños y en los místicos.
Frente a la alternativa de no aceptarnos a nosotros mismos, está la autoaceptación pasiva y resignada. Pero hay una tercera alternativa: la autocomprensión que dista mucho de ser fácil, porque el comprender lo que eres, exige una completa libertad respecto de todo deseo de transformarte en algo distinto de lo que eres. Cuando ello sucede, dejamos en manos de la naturaleza los cambios. Y como todo cambio es violento, también la naturaleza será violenta...
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