martes, 24 de julio de 2012

EL DESPRESTIGIO DE LA POLÍTICA


Llevo ya un tiempo observando con preocupación el creciente número de correos que recibo en contra de los políticos, algunos carteles en esa misma línea de las manifestaciones a las que he asistido y los comentarios repletos de insultos que se pueden leer en las redes sociales sobre la política y el sindicalismo. Esta ola de populismo antipolítico se concreta ahora en la convocatoria de manifestaciones para el próximo 27 de julio cuyo manifesto se publica en Kaos en la red , identificándolo como el soporte de una campaña de la derechona que se hace abanderada de lucha contra los políticos y sindicatos.

Siempre recordaré que a Franco, cuya dictadura sufrí en mi juventud, tampoco le gustaba la política, los polícos, los sindicalistas,.... Por eso, empieza a inquietarme el objetivo de estas campañas que pretenden identificar a las instituciones democráticas y al estado de las autonomías como los principales responsables del impacto de crisis. Este descrédito generalizado algunos lo ven como una oportunidad para que ciertas utopías o modelos sociales alternativos puedan sustituir al actual sistema, pero me parece que los cambios más probables a los que puede conducir es a modelos autoritarios similares a los que sufrimos en España durante 40 años.

Afortunadamente, he podido leer en estos días tres artículos que ponen sensatez en todo esto. El primero es "¿Son tan malos los políticos?" de Concha Caballero. Enrique Bethebcourt firma el otro artículo "445.568 políticos y tres piedras". El último lo ha escrito Antonio Morales, alcalde de Agüimes, con el título de "Alentando al monstruo".

En ellos se denuncia el uso de datos falsos para sustentar esta campaña de desprestigio. La fuente principal la está proporcionando el digital El Aguijón con su famoso estudio supuestamente filtrado por técnicos de La Moncloa y que en la última entrega de este culebrón, afirma que los 445.000 políticos criticados por Pérez Reverté cuestan más de 14.000 millones de euros al año.

El objetivo central de la campaña es "presentar a todos los políticos como un cáncer social que hay que extirpar con urgencia". Forman parte también del cáncer los sindicalistas a los que se les debe también aplicar el mismo tratamiento, usando como pruebas contundentes el supuesto importe de las subvenciones que reciben, el rolex de Cándido y las vacaciones de Toxo.

Paradódijamente, este mensaje de que todos son iguales y de que hablar de gestión de lo público es hablar de despilfarro generalizado, está calando en nuestra gente (dirigentes sindicales, representantes de los trabajadores,...). Y este mensaje repetido machaconamente y traducido en indignación en las calles, sólo puede dar lugar, desde mi punto de vista, al avance de la extrema derecha. Por tanto, la única posibilidad práctica de traducirse en cambios importantes en el llamado "sistema" conduce a la implantación de un estado autoritario que vuelva a convertir a la democracia en un breve paréntesis en la historia de España.

Por eso me quedo con el último párrafo del artículo de Antonio Morales: "es preciso que entre todos hagamos un ejercício de responsabilidad. Todos debemos hacer una autocrítica seria y responsable. Todos los partidos, los sindicatos, los empresarios, la ciudadanía... No podemos seguir alentando el monstruo".

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