Viví los primeros 20 años de mi vida en un "Régimen de guerra". El franquismo, como todas las variantes del fascismo, se basaba en la exaltación de la guerra, el militarismo y la anulación del "enemigo". En sus últimos años, con la guerra fría por medio, recibió un importante apoyo explícito e implícito de EE.UU. y de la OTAN. En cuanto tuve "consciencia política" empecé a rebelarme...
Por eso, en 1986 cuando el gobierno del PSOE convocó un referéndum para avalar la entrada de España en la OTAN, participé en todo lo que pude para apoyar el no a dicha entrada. Ya estaba vinculado a CCOO y junto con otros compañeros/as dediqué mis tiempos libres a pegar carteles en Granadilla y otros pueblos del sur. Aún recuerdo una noche cuando acabábamos una pegada en un lugar habilitado para ello, llegó "un escuadrón" del PSOE y en nuestra cara empezaron a pegar carteles a favor del si, sobre los nuestros. Uno de sus componentes fue luego alcalde de Granadilla.
Se perdió el referéndum pero al menos tenemos el consuelo de que Canarias fue una de las pocas comunidades –junto a Cataluña, País Vasco y Navarra– que votaron ‘no’ a la consulta popular que se celebró el 12 de marzo de 1986.
El segundo hito que me viene a la memoria es la campaña del "No a la guerra" para hacer frente a la posición del gobierno de Aznar de apoyo a la invasión de Irak. En ese entonces era miembro de la Ejecutiva de CCOO Canarias y del Consejo Confederal de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras. En la reunión del consejo celebrada el 2 de abril de 2003, me sumé a la posición defendida por el 40% del máximo órgano del sindicato de apoyo a la huelga general de dos horas que ya había convocado UGT en rechazo de la guerra de Irak. La dirección encabezada por José María Fidalgo logró que se aprobara una posición más tibia y condescendiente con el gobierno del PP. Ahora entiendo la deriva derechista de Fidalgo que ha acabado siendo un colaborador habitual de la Fundación FAES presidida por José María Aznar. La posición de la dirección estatal no impidió que CCOO Canarias se sumara activamente a las movilizaciones que tuvieron lugar en la isla y mi presencia en la plataforma que organizó estas movilizaciones en Tenerife, en representación del sindicato.
El tercer hito de este recorrido por treinta años de resistencia al régimen de guerra, lo centro en el anuncio el pasado 22 de abril del presidente Sánchez centrado en un aumento inmediato del presupuesto militar en más 10.000 millones de euros que puede dar lugar a otro incremento futuro de 20.000 millones que tendría que aprobar España, si quiere cumplir con los planes de rearme de la la Unión Europea. Como elementos de contexto, no podemos olvidar la posición belicista de la Unión Europea respecto a la guerra de Ucrania, en contraste con la posición permisiva frente al genocidio que actualmente está llevando a cabo Israel en la franja de Gaza.
Me resulta inquietante el papel que están asumiendo los sindicatos mayoritarios en este nuevo régimen de guerra. Especialmente reprobables son las declaraciones de Pepe Álvarez, secretario general de UGT, en un acto de apoyo a la convocatoria del próximo 1º de mayo, junto a Unai Sordo, secretario general de CCOO. Defiende la necesidad de un nuevo impuesto a nivel europeo para sustentar estas políticas de rearme. Posteriormente, Unai en una entrevista en El Diario no llega a tales extremos pero en medio de algunas críticas suaves a estas políticas de rearme, nos dice que "Europa tiene que ganar autonomía en seguridad y en defensa, no nos engañemos. Y para hacer estas cosas y no subcontratarlas en un país tan poco fiable como Estados Unidos, vamos a tener que invertir".
Soy de los que piensa que la defensa de los derechos laborales no se puede desvincular de la defensa de la paz y la solidaridad con los pueblos oprimidos, por eso, he rescatado mi vieja camiseta del "No a la guerra" con la intención de llevarla a la manifestación del 1º de mayo que partirá de la Plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife a las 10.30. Allí nos veremos...