Hoy PODEMOS ha celebrado su noveno aniversario. Efectivamente, el 17 de enero de 2014 Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Teresa Rodríguez, Miguel Urbán y Ana Castaño presentaron un nuevo proyecto político llamado Podemos en el Teatro del Barrio de Lavapiés (Madrid) que aprovechaba el impulso movilizador del 15M. El nombre del nuevo partido evocaba el "Yes We Can" de Obama que a su vez se inspiró en el "si se puede" que animó las ideas de Marshall Ganz, un atípico profesor universitario que se implicó de lleno en las campañas de la Unión de Campesinos de César Chávez y en la lucha por los derechos civiles en EEUU y que fue una pieza crucial en el primer triunfo presidencial de Barack Obama, aplicando sus teorías sobre la organización comunitaria.
Por ese entonces, yo era votante de Izquierda Unida y no me gustaba el desdén con el que los dirigentes del nuevo partido trataban a IU, máxime cuando algunos de ellos habían estado vinculados a las Juventudes Comunistas, el PC o IU.
En el 2015 participé con algunos compañeros de CCOO en una reunión con personas vinculadas a SI SE PUEDE en la que nos contaron las resistencias internas que había, en el aquel entonces, en Podemos para formalizar una coalición de izquierdas con IU y otras organizaciones como Si Se Puede en el ámbito de Canarias. Algunos de los presentes decidimos inscribirnos para apoyar al sector de la dirección podemista que quería la confluencia de la izquierda. Desde ese momento seguí participando en las consultas on line de esta organización y en dar mi voto a Unidas Podemos. Por supuesto que en esas consultas apoyé la participación en los gobiernos de coalición tanto a nivel de Estado como de Canarias. Durante varios años, las noticias relacionadas con las disputas internas y la celebración de primarias donde las distintas facciones se enfrentaban a cara de perro, no me animaron a tener una mayor participación.
Pero la cacería mediática a Podemos en general y especialmente a Pablo Iglesias e Irene Montero, incrementada tras la entrada en el gobierno de Unidas Podemos y el envalentonamiento de la extrema derecha representada por VOX e Isabel Díaz Ayuso me llevaron a dar el paso de pasar de inscrito a militante y a proponerme hacer algo para plantarle cara a unos poderes fácticos que si estaban interesados en hacer desaparecer a Podemos es porque esta organización es uno de los mayores peligros que tienen para seguir manteniendo y ampliando su dominio. Desde que tenía 15 años empecé a desarrollar esta tendencia de llevarle la contraria a los poderes establecidos que dio lugar a que en la universidad militara en el PCE y más tarde, a hacerme sindicalista de CCOO. También lo de "llevar la contraria" me hizo cuestionar algunos de los "dogmas revolucionarios" de entonces y a no radicalizarme en exceso. Formaba parte de los que algunos llamaban revisionistas, aunque luego muchos de ellos con el tiempo, me pasaron con creces por la derecha. Después de décadas votando al PCE y a IU, me veía apoyando a una nueva opción que disputaba la hegemonía del PSOE en la llamada izquierda. Pero, la fiesta duró poco... El IBEX 35 y los errores típicos de la izquierda cainita empezaron a dar su frutos con el declive de Podemos, Unidas Podemos y las Mareas.
Ahora, sin mas aspiración que dar sentido al propósito vital de un jubilado que se plantea actuar y pensar conforme al bien común (o como dicen los budistas "para el beneficio de todos los seres") y no ahogarse en el disfrute individual de su "júbilo", me he planteado tener una militancia más activa en Podemos, pese a que ya eso no parece estar de moda y muchos se han lanzado a abandonar el barco cuanto antes. En Canarias los expodemistas ya han creado varios grupos como Reunir de la diputada Meri Pita o Proyecto Drago del diputado (¿o exdiputado?) Alberto Rodríguez.
Creo que Podemos debe ser una pieza fundamental en una confluencia de organizaciones políticas vinculadas a las izquierdas plurales existentes o por venir y que esa confluencia se debe plasmar en algún tipo de estructura estable siguiendo el modelo del Frente Amplio uruguayo donde coexisten los distintos partidos coaligados y estructuras territoriales unitarias. En mi opinión, Podemos se debe transformar en un partido movimiento donde el trabajo en las instituciones se sustente en el trabajo militante en las organizaciones sociales y en la calle. El tiempo que llevo participando en el Círculo de La Laguna me garantiza que existe una militancia dispuesta a abordar el reto de aventurarse a salir de la zona de confort de los partidos políticos tradicionales. Por eso, creo que la próxima campaña electoral (elecciones autonómicas, insulares y locales) se debe abordar para poner las bases de una organización comunitaria que sin menospreciar la importancia de los resultados electorales, consolide un grupo de militantes sociales dispuestos a aportar su gotita de agua para apagar como el colibrí, el incendio en la selva.
