Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
(Fragmento de la «Elegía a Ramón Sijé»,
de Miguel Hernández, en El rayo que no cesa, 1936)
Efectivamente, lo primero que visité en la casa museo fue el huerto y el patio en el que aún existe la centenaria higuera que fue una fuente de inspiración del poeta a la que también hace referencia también en otros versos e, incluso, poemas enteros como "Huerto mío".
No cabe duda que la casa natal de Miguel Hernández ha tenido una influencia profunda y simbólica en su obra poética. No solo fue el lugar donde nació y vivió durante sus primeros años, sino que representa un entorno vital que marcó su sensibilidad, su lenguaje y su visión del mundo al proporcionarle un entorno rural y humilde que impregna su obra con imágenes naturales y una fuerte conexión con la tierra que se puede ver en poemas como "El silbo vulnerado" o en el poemario "Perito en lunas". También esta casa natal, sencilla y sin pretensiones, simboliza esa autenticidad que define su estilo en que se percibe un contraste entre su lenguaje directo y a veces rudo y la profundidad lírica y emocional que transmite.
Lamentablemente, en estos días el recuerdo de Miguel Hernández se ha visto enturbiado por la decisión de algún juez que prefiere salvaguardar el honor de los verdugos. Espero que al final, la Justicia sea "justa".
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