Vivimos expuestos a una superabundancia de datos, de información. Cuesta separar lo esencial de lo accesorio. Hay mucho ruido,...
Existe mucha información confidencial de la mayoría de nosotros en manos de las agencias tributarias, los servicios de información, las empresas de telemarketing,.... Sin embargo, habrá que ver que es lo que se sabe de las múltiples operaciones de todo tipo de las élites dominantes (operaciones financieras, tráfico de influencia,....). La opacidad se ve incrementada por la complejidad de la legislación, la globalización, la "ingeniería financiera",...
Todavía nos siguen bombardeando con la cantinela ideológica de que "el estado es el problema y el mercado la solución". El fundamentalismo de la "desregulación" sigue agazapado por doquier para ofrecerse como solución a todo tipo de males.
Frente a ello, siguen de actualidad los planteamientos keynesianos del papel del estado para garantizar "la regulación y la transparencia de tantas operaciones opacas que se dan en el seno del sistema productivo y, sobre todo, del financiero".
Por eso, la justicia y la igualdad de oportunidades requiere equilibrar la información disponible por parte del estado acerca de todos los ciudadanos y sustentar la democracia en la transparencia. Desgraciadamente, estamos muy lejos de ello.
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