Si la vida fuera una sinfonía es rarísimo el ser humano que escucha la música porque están demasiado ocupados en escuchar los ruidos que producen los apegos. Esto produce insensibilidad porque las obsesiones de los apegos nos aíslan del resto del mundo.
Para ello, para afrontar esta pérdida de la sinfonía vital no hay que renunciar a los apegos, lo primero es comprender, tomar consciencia. A partir de ello podemos ir dando pasos para ir pasando de un momento a otro de la vida plenamente absorto en el presente, llevando muy poca carga del pasado. El objetivo es sentirnos ligeros de equipaje y libres como un pájaro en el cielo.
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