El pasado sábado pasé por la calle Heráclio Sánchez de La Laguna y vi como el mítico Bar Benjamín estaba cerrado. Creo que tenía un cartel que decía algo asó como se vende o se traspasa. De pronto se me vinieron a la memoria un montón de recuerdos relacionados con este bar.
Benjamín el dueño y su padre Don Francisco, regentaban en bar del edificio central de la Universidad (junto al Paraninfo) en los años 70 cuando yo llegué por primera vez a la universidad de La Laguna. Los estudiantes nos solidarizamos con ellos cuando perdieron la contrata y fundaron El Hoyo del Ron un pequeño bar situado frente a la actual ubicación del Benjamín, en la calle Heráclio Sánchez. En épocas de clandestinidad y represión, aquel era un pequeño oasis para muchos de nosotros y más, si como yo, vivíamos en la misma calle.
Luego, como el negocio iba bien se trasladaron al Edificio Galaxia y abrieron el Bar Benjamín en el que también trabajaba Carmita, la mujer de Benjamín. Allí convivíamos sin ningún problema, "tribus" diferentes: estudiantes y profesores de la Universidad, progres con diferentes profesiones y status, gente de la calle o indigentes (recuerdo a Manolito café con leche o Pancho cuando estaba tranquilo)... Pasaron los años, vino la democracia y el personal se fue renovando, pero siempre conservó este bar ese aire de "Casa del Pueblo" como se refleja en algún artículo que enlazo aquí.
Dada la procedencia de Gran Canaria de Benjamín y su padre, este bar era como una especie de embajada canariona en La Laguna, especialmente cuando la Unión Deportiva jugaba algún partido importante, aunque en un ambiente de camararería con los chicharreros que querían pasar por allí cuando se televisaba unos de estos partidos.
En el Benjamín coincidí muchas veces con personas inolvidables ya desaparecidas como Miguel Ángel Palarea o con mis dos entrañables amigos: Juan José y Agustín. Tras la desaparición de estos dos últimos, dejé de ir al Benjamín. Demasiados recuerdos para mí...
Ahora, siguiendo la estela de este mes, sólo cabe certificar que como con las personas, los bares también acaban sus ciclos y desaparecen los iconos de una época... Pero queda la memoria...
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