viernes, 8 de mayo de 2020

LA PANDEMIA DEL ODIO


El pasado martes 5 de mayo, en el programa de La Ventana de La Cadena SER presentado por Carles Francino (Tramo de 16:00 a 17:00, entre el minuto 18, 54 segundos y el minuto 27, 40 segundos) oí la lectura de un artículo corto pero "jugoso" de La Vanguardia escrito por Carlos Zanón con el título "A quien odiamos hoy" y los comentarios posteriores que incluían una breve entrevista al autor. La verdad es que me ha llevado a reflexionar un poco acerca de el clima de crispación en el que estamos envueltos en estos tiempos difíciles de una pandemia que nos ha llevado a una sobreexposición a todo tipo de noticias, y rumores que al menor descuido nos hace traspasar el límite del odio a los que disienten de nuestras opiniones y visiones. Nos envuelve un huracán de odios a diestro y siniestro alimentado por bulos, noticias falsas y debates políticos a cara de perro y tendemos a parapetarnos en nuestras zonas de confort físico y mental completamente a espaldas del "enemigo". La polarización no es solo política sino afectiva y parece ser que España es el país de la OCDE donde mayor es la incidencia de este fenómeno de la polarización afectiva o polarización de las actitudes que creo que bastante tiene que ver con una polarización inducida desde los medios de comunicación y las formas en las que tienen lugar los debates políticos y sociales.

Asumiendo que la pandemia del odio también me ha infectado, me propongo modificar algunas actitudes para "no negar a quienes tengo enfrente el derecho a tener buen corazón" y comprender que la razón no siempre está en mí o en los que piensan como yo. Se trata de desarrollar los dones de la ecuanimidad y la empatía que nada tienen que ver con el pasotismo, la indiferencia o el buenismo. Conozco a muchas personas que en la práctica son un ejemplo para mí pero en algunas de sus opiniones políticas o formas de ver la vida están muy alejadas de mis pensamientos y ello no debe llevarme a dejar de reconocer sus méritos sin eludir los posibles conflictos que puedan surgir al hacerle ver mis desacuerdos con sus ideas. Al final lo que debemos es dar la vuelta a la palabra odio que curiosamente es "oido". La escucha es la base del amor y la compasión que como dice Siddhartha es la única forma de que cese el odio.

Pablo Neruda, el gran poeta chileno y comunista confeso, escribió en sus memorias algo que forma parte de mis citas referenciales que por su pertinencia no puedo dejar de reproducir a continuación:

"Yo quiero vivir en un mundo sin excomulgados. No excomulgaré a nadie. No le diría mañana a ese sacerdote: "No puede usted bautizar a nadie porque es anticomunista". No le diría al otro: "No publicaré su poema, su creación, porque usted es anticomunista". Quiero vivir en un mundo en que los seres sean solamente humanos, sin más títulos que ese, sin darse en la cabeza con una regla, con una palabra, con una etiqueta. Quiero que se pueda entrar a todas las iglesias, a todas las imprentas. Quiero que no esperen a nadie nunca más a la puerta de la alcaldía para detenerlo y expulsarlo. Quiero que todos entren y salgan del Palacio Municipal, sonrientes. No quiero que nadie escape en góndola, que nadie sea perseguido en motocicleta. Quiero que la gran mayoría, la única mayoría, todos, puedan hablar, leer, escuchar, florecer. No entendí nunca la lucha sino para que ésta termine. No entendí nunca el rigor, sino para que el rigor no exista". Pablo Neruda, "Confieso que he vivido" Ed. Seix Barral 1974 (Págs. 318-319)

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