jueves, 27 de diciembre de 2012

MATAR UN RUISEÑOR



En estos días de final de año en los que conviene desacelerar un poco y oir los reclamos de la gripe que, al fin y al cabo, lo que está pidiendo es un poco de descanso, me he propuesto no ver por enésima vez el clásico del cine de navidad "¡Qué bello es vivir!" pero, en cambio, rescatar algunos "clásicos" para revitalizar valores y subir un poco la moral. 

Una apuesta segura al respecto es "Matar un ruiseñor", la película en blanco y negro de 1962 dondo Gregory Peck hizo el papel de su vida como Atticus Finch, un abogado que defiende a un hombre negro en el sur de los Estados Unidos, en la  época de la Gran Depresión, acusado de violación por una mujer blanca. 

En este canto a la tolerancia y a la justicia, emerge la figura de Atticus, adorado por sus hijos, recordándonos que:


"Matar un ruiseñor es un grave pecado, porque los ruiseñores no se hacen otra cosa que cantar para regalarnos el oído. No picotean los sembrados, no entran en los graneros a comerse el trigo,... no hacen más que cantar con todas sus fuerzas para alegrarnos".

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