A las puertas del previsible triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil el próximo domingo con Lula da Silva en la cárcel y los procesos judiciales abiertos a otros dos expresidentes/as como Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández en Argentina, los que apoyamos los procesos progresistas y de izquierda a nivel mundial tenemos que sentirnos bastantes preocupados si sumamos todo esto a la creciente ola neofacista que recorre Europa y que ya se ha asentado en la cúpula del poder en EEUU.
No cabe duda que los errores de una izquierda que no se ha podido mantener inmunes al cáncer de la corrupción y del ultraliberalismo económico, ha contribuido a facilitar la tarea a unos jueces no neutrales y a una prensa controlada por los poderes económicos.
Tampoco ayuda a facilitar la tarea a la izquierda latinoamericana el desastre social y económico en el que está sumida Venezuela.
Pero las hojas no nos pueden impedir ver el bosque y hay que seguir la pista de los hilos de las marionetas para descubrir quien maneja realmente los hilos del sistema propiciando esta revolución conservadora que está liquidando las vías de progreso que se habían abierto en los países más importantes de Latinoamérica.
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