Siento bastante inquietud por los resultados de las próximas elecciones presidenciales en Brasil cuya primera vuelta se celebrará el domingo 7 de octubre. El giro del electorado hacia la extrema derecha está relacionado con el desencanto con la clase política, los errores cometidos por el Partido de los Trabajadores durante sus años de gobierno (casos de corrupción, alianza con la derecha,...) y la estrategia de algunos jueces para apartar a Lula de la carrera por la presidencia y para mantener durante la campaña electoral la causa abierta contra el PT con nuevos arrepentidos que sin aportar pruebas concluyentes mantienen viva la llama de la sospecha de corrupción.
Con un presidente de los EEUU como Trump, lo último que nos faltaba es que un país como Brasil sea presidido por un personaje de extrema derecha como Jair Bolsonaro. No puedo evitar recordar el ascenso al poder del Partido Nazi a través de las urnas. Tampoco me pasa desapercibido el apoyo que este personaje está recibiendo de los poderes económicos brasileños y del grupo de comunicación de O Globo como también lo hizo la clase empresarial alemana en los años 30, respecto a los nazis.
Emulando a Trump, Bolsonaro está usando hábilmente las redes sociales para difundir noticias falsas y desprestigiar a su principal adversario: Fernando Haddad, candidato del PT.
Espero que el próximo domingo no haya ninguna sorpresa que lleve al candidato fascista a la presidencia sin segunda vuelta, al obtener más de la mitad de los votos. Después, espero que en la segunda vuelta, el voto progresista y popular se concentre en Fernando Haddad para lograr la mayoría que lo lleve a la presidencia.
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