jueves, 4 de junio de 2020

EL CONFLICTO POR LAS AGUAS DE LA CALDERA DE TABURIENTE


Una filmación de Orestes  Díaz Perera  de un descenso desde La Cumbrecita al interior de La Caldera de Taburiente

Las noticias de la grave sequía existente en mi isla de La Palma (artículo de Nohemí Rodríguez, declaraciones de la gerente del Heredamiento de las Haciendas de Argual y Tazacorte) que se están dejando sentir también en nuestra catedral del agua: El Parque Nacional de La Caldera de Taburiente (fotos de Carlos Cecilio Rodríguez López en su perfil de Facebook) me ha llevado a reactivar la intención que tenía desde hace tiempo de escribir algo acerca del conflicto por las aguas de La Caldera de Taburiente que, durante muchos años, ha alimentado diversos litigios entre el ayuntamiento de mi pueblo (El Paso) y el Heredamiento de las Haciendas de Argual y Tazacorte.

Empezaré por los recuerdos de mi infancia. Justina era una señora mayor que vivía en las cuestas del Paso de Abajo con la que me encontraba frecuentemente cuando iba de mi casa al casco del pueblo (La Plaza como decíamos en aquel entonces) para asistir a las clases de Bachillerato en la Academia Parroquial. Su tema de conversación favorito era el del conflicto del agua, acabando sus arengas con la consigna de "las aguas de La Caldera son de El Paso". Oyendo alguna conversación de mi padre o de mi vecino Tenorio, supe que esta señora había sido la que con un tal Sandalio, encabezaba las manifestaciones que hacía unos pocos años se llevaron a cabo en "La Plaza" utilizando un gran retrato de Franco para que la Guardia Civil no se atreviera a cargar contra los manifestantes. La incipiente semilla de la rebeldía empezó a germinar en mí, asociada al grito de guerra cuyos fundamentos apenas comprendía: "¡el agua de La Caldera es de El Paso!". Años más tarde, esta pequeña semilla dio paso a mi conversión en un joven antifranquista y de izquierda,  gracias a los sucesivos descubrimientos que hice en diferentes ámbitos: una lectura solidaria y adaptada a los tiempos actuales del evangelio (clase de religión de Ismael en el instituto), el análisis crítico de las noticias (clase de "política" de Luis Martín en el instituto), la visita de un cura obrero al Club Juvenil Parroquial de El Paso y las lecturas rompedoras de "El hombre unidimensional" y "Eros y civilización" de Herbert Marcuse. Esto me llevó en la Universidad a contactar con organizaciones políticas de izquierda embarcadas en la peligrosa oposición al régimen de Franco. En ese entonces, yo ya presumía que las primeras manifestaciones ilegales en La Palma, durante el franquismo, tuvieron lugar en El Paso como consecuencia del conflicto por las aguas de La Caldera. 

Muchos años más tarde me volví a encontrar de frente con el tema cuando leí el libro "Abarim" de Rosario Pino Capote, publicado en 2014 por el Centro de la Cultura Popular Canaria y el Ayuntamiento de El Paso, en el que relata la vida de su padre, el dentista y poeta Don Antonio Pino, del que conservo algunas imágenes dispersas en mi memoria. Su hermano el Dr. Juan Antonio Pino Capote ya había adelantado a comienzos del presente siglo algunas pinceladas del papel de su padre  en los litigios de La Caldera y en reconocimiento de quienes le ayudaron a evitar la ruina.

Las noticias de la presentación del libro (ver Canarias Ahora, Padronel y Puente de Mando) me animaron a comprarlo y a leerlo en una de mis estancias de verano en casa de mi madre en El Paso. Por fin, pude tener una visión documentada de los litigios habidos desde los años 40 a los años 70 en los que Don Antonio Pino tuvo un papel destacado que le costó la alcaldía (fue destituido por ordenar la demolición de la portada que Las Haciendas pretendía hacer en La Cumbrecita, una obra ilegal que no obstante provocó su cese y procesamiento) y casi le llevó a la ruina al tener que hacer frente personalmente a los costes de distintos procesos judiciales. Además de Don Antonio Pino, otro alcalde fue cesado y procesado: Don Santiago García Castro (ver la cariñosa semblanza que un alumno suyo, Don Carlos M. Padrón le hace en su blog Padronel) que en cumplimiento de un acuerdo plenario se negó a publicar en el tablón de anuncios del ayuntamiento el edicto del registro de la propiedad que reconocía los derechos del Heredamiento de Las Haciendas de Argual y Tazacorte sobre la casi totalidad de La Caldera de Taburiente. También fueron procesados y cesados varios concejales más y el secretario accidental del ayuntamiento (Don Pedro Hernández Martín, quien luego sería suegro de José Miguel González, conocido político de Coalición Canaria y ex-Consejero de Hacienda del Gobierno de Canarias). Esto dio lugar a lo que yo había oído comentar en mi infancia: las manifestaciones de La Caldera en las que muchos vecinos de El Paso rodearon el ayuntamiento custodiado por la casi totalidad de los guardias civiles de la isla para que no se publicase el mencionado edicto (la memoria silenciada también extiende su manto sobre estos acontecimientos).

Recuerdo que un día mi madre me dijo que como le aburría la televisión, por la tarde había empezado a leer el libro "Abarim" que yo había dejado allí, en La Palma y que le había gustado mucho (me sorprendió porque ella no era de muchas lecturas y menos de libros tan "densos" como éste). Posteriormente, cuando estaba con ella en una calle de El Paso, nos encontramos con Rosario Pino y tuvo la ocasión de felicitar a la autora. Esto es un "añadido emocional" que me ha llevado también a escribir todo esto.

En el 2018, le concedieron al Heredamiento de Las Haciendas de Argual y Tazacorte el Premio Europa Nostra 2018 por "la gestión histórica del agua durante más de cinco siglos y por la conservación y uso actuales del agua para la agricultura a través de una organización privada" (Canarias Ahora y Diario de Avisos). En febrero de 2019 se colocaba una placa nominativa en el mirador de Los Andenes del Roque de Los Muchachos recordando tal concesión. En respuesta a ello, el ex-alcalde de El Paso, Ángel Raúl Rodríguez Pages, escribía un artículo titulado "Una placa para la discordia en el mirador de Los Andenes" que además de resumir este conflicto centenario, ofrecía otra visión de los acontecimientos desde la perspectiva de los perdedores que ha conectado con aquellos impulsos reivindicativos que empecé a sentir en mi infancia. Merece la pena leerlo.

Este no es el único conflicto por el uso de las aguas que ha habido en Canarias. Tampoco se puede obviar los esfuerzos realizados por una entidad que agrupa a más de 2.000 hacendados (sin entrar ahora en el papel de los caciques en dirección efectiva del heredamiento). La declaración como Parque Nacional de La Caldera de Taburiente en 1954 intentó apaciguar los ánimos pero inicialmente no lo consiguió. Sin olvidar el pasado y sin agraviar a los perdedores, hay que partir de la situación actual para introducir los cambios necesarios en relación al uso de un bien escaso como es el agua que debe ser entendido como un bien común y público que se debe usar, priorizando el interés general en el que se debe contemplar las necesidades de las personas y de los demás seres que habitan nuestros hábitat. Ahí lo dejo......


LA CALDERA
I – El risco liso

Aquí, por este risco levantado
del abismo subimos rumbo al cielo,
pues llegó hasta las nubes, consagrado,
para ensayar al porvenir el vuelo.

Por el fuego fundido y aventado
cuajó en las rocas su entrañable anhelo,
y se miró, y se ve siempre abismado
como un coloso en permanente duelo.

Las aguas de la lluvia lo rayaron,
los vientos le arrancaron sus canciones
y las nubes celestes lo arroparon.

Pero él, firme, impasible, hondo y austero,
espera a lucir verdes ilusiones
cuando llegue su tiempo venidero.

II – Por el risco liso

Tú que fuiste risquero y resabido
cazador de las luces estrenadas,
del paisaje cambiante y escondido
oculto en las pendientes desriscadas.

Tú, que esperaste al sol recién nacido
asomarse a las cumbres desflecadas,
para mirarlo con el ojo ardido
derramarse en las tardes incendiadas.

Tú, que viste las nubes volanderas
ascender y bajar, ir y volver,
entretejiendo el cielo de quimeras.

Dime qué buscas y en qué norte esperas
hallar el sueño que quisiste ser
buscando en las eternas primaveras.

III – Dentro del risco

Y riscos,… sólo riscos. La isla entera
enriscada a los cielos se nos fue,
señalando la vida verdadera
tras la última duda de un porqué.

En el grito de Idafe en la Caldera
que, lanzado a los aires, no se ve,
palpita toda nuestra inquieta espera
en la esperanza que alumbró la fe.
Quisiera que esta roca, que es mi tierra,
revuelta y trastocada en convulsiones,
nos diera el agua que su entraña encierra,
el agua viva, purificadora,
que lave nuestras manchas y traiciones
y nos sacie la sed que nos devora.

Antonio Pino, 1964
Portada del libro

Don Santiago García Castro (en el centro, de pie) con sus alumnos (Foto PADRONEL)

Algunos de los protagonistas de los acontecimientos (Don Pedro Hernández, Don Miguel Jurado, Don Braulio Martín,...) en la inauguración del monumento de la conquista en El Riachuelo (Foto PADRONEL)

La placa de la discordia

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