Uno de los cambios que he tenido que asumir tras la muerte de mi madre es el de dar de baja el teléfono fijo que desde hace muchos años tuvo mi familia en el domicilio familiar de El Paso. Estuve varios meses resistiéndome a ello, a pesar de que ya nadie lo utilizaba. Cuesta mucho aceptar los cambios que se llevan tras de si fragmentos de tu vida, aunque sean aparentemente simples objetos carentes de alma.
Lo cierto es que ese objeto aparentemente frío ha sido el principal vehículo con el que he podido comunicarme con mis padres desde que salí de casa para ir a estudiar a La Laguna. El 48-54-90 es algo mas que un número de teléfono...Evoca en mí múltiples recuerdos que forman parte del núcleo duro de mi vida emocional. Lo último que recuerdo es la conversación con mi madre poco antes de su muerte... Adiós "48-54-90".
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