Anoche leí el capítulo 35 (Dos yo) del libro del premio nobel de economía y fundador de la economía conductual Daniel Kahneman, el ya famoso "Pensar rápido, pensar despacio" relativo a como situamos las vivencias en la escala del dolor y el placer y las diferencias existentes entre lo experimentado y lo recordado.
Hoy he encontrado este vídeo con una charla del autor sobre el mismo tema en el que utilizando ejemplos que van desde unas vacaciones a colonoscopias revela cómo nuestro "yo que tiene experiencias" y nuestro "yo que recuerda" perciben los hechos y los sitúan en la escala dolor/placer de manera diferente. Esto tiene profundas implicaciones en diferentes esferas de nuestra vida y en nuestra propia consciencia de nosotros mismos.
Kahneman dice en su libro que "el yo que experimenta no tiene voz. El yo que recuerda a veces se equivoca, pero es el único que registra y ordena lo que aprendemos de la vida, y el único también que toma decisiones. Lo que aprendemos del pasado es a maximizar las cualidades de nuestros futuros recuerdos, no necesariamente de nuestra futura experiencia. Tal es la tiranía del yo que recuerda". Si preferimos el placer durarero y el dolor breve, esta tiranía de los recuerdos no parece trabajar a favor de esta preferencia. Esta es una de las muchas conclusiones que podemos encontrar en este libro que al decir de algún crítico, "todos debemos leer antes de otorgar demasiada importancia a lo que pensamos y a lo que somos."
Hoy he encontrado este vídeo con una charla del autor sobre el mismo tema en el que utilizando ejemplos que van desde unas vacaciones a colonoscopias revela cómo nuestro "yo que tiene experiencias" y nuestro "yo que recuerda" perciben los hechos y los sitúan en la escala dolor/placer de manera diferente. Esto tiene profundas implicaciones en diferentes esferas de nuestra vida y en nuestra propia consciencia de nosotros mismos.
Kahneman dice en su libro que "el yo que experimenta no tiene voz. El yo que recuerda a veces se equivoca, pero es el único que registra y ordena lo que aprendemos de la vida, y el único también que toma decisiones. Lo que aprendemos del pasado es a maximizar las cualidades de nuestros futuros recuerdos, no necesariamente de nuestra futura experiencia. Tal es la tiranía del yo que recuerda". Si preferimos el placer durarero y el dolor breve, esta tiranía de los recuerdos no parece trabajar a favor de esta preferencia. Esta es una de las muchas conclusiones que podemos encontrar en este libro que al decir de algún crítico, "todos debemos leer antes de otorgar demasiada importancia a lo que pensamos y a lo que somos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario