He estado casi dos semanas desconectado. Sin acceso a internet, sin ver la televisión, sin leer un periódico... Lejos de mi casa, lejos de mi trabajo,... Sin vivir grandes aventuras, sin moverme "demasiado",...
He experimentado una especie de vaciado interior que me ha venido muy bien para dejar atrás unos peligrosos niveles de stress que distorsionan prioridades y agrietan cuerpos y almas.
Vuelvo otra vez a la vida cotidiana. Asumo la tarea de dar los pasos necesarios para dejar la secretaría general de CCOO Canarias en el mes de abril del próximo año y de prepararme simultáneamente para volver a las tareas docentes. Tengo la tranquilidad y la ilusión necesaria para abordar una etapa de transición de despedidas y de nuevos retos... Ahora, algunos extienden el calificativo de casta a los dirigentes sindicales. Otros hablan de cúpulas... La verdad es que me siento ligero de equipaje y de culpas. El juego de los calificativos los dejo para los que les guste perder el tiempo con juicios superficiales sin tener mucha idea de las verdades que se filtran por los múltiples poros de los acontecimientos.
Sin perder el interés por los aspectos solidarios de la vida, me propongo mantener esta conexión que tengo ahora con las sutiles manifestaciones de la vida que es la única manera de hacer compatible el buen vivir personal con la responsabilidad de vivir sintiéndome parte de un todo: la humanidad, la biosfera, el cosmos,...
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