Esta afirmación la realiza el secretario general de la C.S. de CCOO en una entrevista realizada por Esther Esteban para el diario El Mundo.
La
entrevista, prevista para la semana pasada, coincidiendo, casualmente,
con las informaciones sobre financiación irregular de UGT, se aplaza
siete días por un viaje imprevisto a Bruselas. Tal vez por eso, nada más
volver, Ignacio Fernández Toxo (Ferrol, 1952) fija el día y la hora del
encuentro, en el que no hay preguntas sin respuesta ni temas tabú. Es
consciente del descrédito de los sindicatos y apela una y otra vez a la
transparencia de las cuentas y a las constantes auditorías a las que
están sometidos. Dice que CCOO se puede financiar de las cuotas de sus
afiliados, que es partidario de salir de los consejos de administración,
aunque no renunciaría a que desde la negociación colectiva se controlen
los recursos públicos de la formación. Deja claro que no todos son
iguales.
Pregunta.– Menudo escándalo el asunto de que UGT se pueda estar financiando con los fondos de formación, ¿no?
Respuesta.– De ser eso cierto, sería un
escándalo, pero la utilización de los cursos de formación está más que
auditada por el Tribunal de Cuentas, la Intervención General del Estado y
las oficinas de la UE. Me parece muy difícil que de forma ilegal se
estén retrayendo recursos para otros fines distintos a la formación. En
todo caso, ahí están los instrumentos de control y supervisión del
Estado para determinar actividades irregulares.
P.– ¿Hay modo de disfrazar lo que se
llama «coste asociado» y es o no legal quedarse con el 19% del dinero de
los fondos de formación, como al parecer hace UGT?
R.– No soy un experto en contabilidad,
pero es muy complicado manipular las ayudas de formación. Se hacen
inspecciones a fondo sobre los cursos de formación y sería muy difícil
camuflar una parte.
P.– Tal vez, pero a ojos de todos, la formación se ha convertido en el gran chupi chollo tanto para los empresarios como para sindicatos…
R.– Afirmar eso es absolutamente
exagerado. No es cierto, como se ha publicado estos días, que los
sindicatos y los empresarios gestionen 1.800 millones de euros de
recursos de formación. La aportación del Fondo Social Europeo es una
cantidad bastante menor. Además, la participación empresarial y sindical
está limitada a una parte de esos recursos. La gestión de CCOO, por
ejemplo, no alcanzaba al 8% de los recursos de formación. Las
informaciones a medias que se publican y las medias verdades parecen
tener como objetivo expulsar a los sindicatos de la gestión de un
elemento capital para la formación de los trabajadores.
P.– Pero usted mismo ha planteado que CCOO renuncie a gestionar los cursos de formación si hay una sombra de sospecha.
R.– Lo he dicho y lo mantengo. A mí no
me importaría en absoluto que CCOO renunciase al tema de la formación,
porque estoy convencido de que esto no reporta beneficios económicos al
sindicato y hay otras fórmulas distintas a la gestión directa que pueden
ser tan útiles o más.
P.– Vamos, que ante la sospecha de corrupción, es mejor cortar por lo sano.
R.– Sí, pero no renuncio a que desde la negociación colectiva se controle cómo se utilizan los recursos de formación.
P.– ¿Pone la mano en el fuego al afirmar
que no hay nada que ocultar en la financiación de CCOO, que no les
sacarán los colores como a UGT?
R.– En CCOO no tenemos nada que ocultar.
El sindicato funciona con las cotizaciones de los afiliados y las
subvenciones públicas. Dicho esto, CCOO estaría encantado de que el
Parlamento debatiese si a estas alturas del siglo XXI tiene sentido o no
la financiación pública de las organizaciones que operamos en espacio
público: sindicatos, partidos políticos, organizaciones empresariales,
etcétera.
P.– ¿Se podrían financiar sólo con las cuotas de los afiliados?
R.– Sí, prácticamente está sucediendo.
Ha habido una reducción brutal de las subvenciones públicas y CCOO está
viviendo, fundamentalmente, de las cuotas de los afiliados y otras
actividades como la asesoría jurídica o económica que ofrecemos.
P.– ¿Lo que está ocurriendo con UGT, el escándalo sobre sus cuentas y los ERE beneficia a CCOO?
R.– No beneficia a nadie. A quien más
perjudica es a UGT, pero también al conjunto sindical e institucional
del país. Todos deberíamos hacer un esfuerzo de transparencia para
recuperar la credibilidad.
P.– De hecho, su sindicato también se ha visto implicado en el escándalo de los ERE de Andalucía.
R.– Afirmo tajantemente que CCOO ni
forma ni ha formado ni formará parte de ninguna trama alrededor de los
ERE. Es cierto que hay personas del sindicato imputadas. De los 10
imputados, estoy seguro de que, cuando se llegue a la siguiente fase
judicial, quedará en nada.
P.– ¿Y qué hará si se demuestra que alguna de estas personas imputadas ha metido la mano en la caja?
R.– Dos de los imputados no sé si han
metido la mano o no, pero no me parece que hayan tenido un
comportamiento acorde con la ética exigible a cualquier sindicalista. A
ambos el sindicato les ha abierto un expediente de expulsión. Debe
quedar claro que dentro de CCOO hay y habrá tolerancia cero con
cualquier tipo de corrupción, grande o pequeña.
P.– ¿Van a dejar de estar en los consejos de administración?
R.– Estamos en ello. En diciembre
tendremos consejo confederal, y decidiremos. Hemos pedido varios
informes, porque no se trata sólo de abandonar los consejos, sino de
establecer mecanismos que mejoren la presencia sindical en las empresas.
P.– ¿Descarta, al menos de momento, una huelga general?
R.– La huelga sigue siendo un
instrumento adecuado. Pero hemos querido en 2013 darle una oportunidad a
otra forma de hacer las cosas, llamando la atención a los gobiernos y
al mundo de la empresa sobre la inconveniencia de mantener un clima
social de crispación elevada como tuvimos en el año 2012. Hasta ahora,
la cosecha es escasa.
P.– ¿Qué balance hace de los dos años de gobierno de Rajoy?
R.– Gobernar en estas circunstancias
debe ser harto complicado, porque entre los problemas de la economía,
sociales y los francotiradores que tiene dentro de su propio partido,
debe ser complicado acertar. Sin embargo, debería haber hecho un uso
intensivo del diálogo social para evitar ese escenario de confrontación
abierta que llevó a la convocatoria de dos huelgas generales. Y, como se
ha demostrado, era innecesaria una reforma laboral que ha acelerado la
destrucción de empleo.
P.– ¿Y cree al PSOE cuando dice que ahora van a ser más rojos?
R.– Yo creeré al PSOE cuando vuelva a
gobernar. En los últimos siete años de gobierno de Zapatero hicieron de
todo menos políticas de izquierdas, y por eso habrá que esperar a ver
qué hacen. De momento, tienen un problema aplazado, que es el liderazgo y
no es cosa menor. Esto de apostar por un programa de izquierda está muy
bien, pero hoy todavía llevan un fardo muy pesado, que es su acción de
gobierno en la última legislatura.
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