En vísperas de las dos manifestaciones canarias contra la pobreza y el paro (mañana sábado 5 de octubre a las 11 de la mañana en Las Palmas y S/C de Tenerife), recomiento la lectura de este artículo de Esther Vivas que parte de una pregunta que ya llevamosla haciendo en nuestra islas desde hace tiempo: ¿Cuánta pobreza podemos soportar?
SE CUECEN HABAS
03 oct 2013
Esther Vivas
“No podemos ir a peor”. ¿Cuántas veces hemos oído esta frase?
Pensamos que más pobreza, más precariedad, más paro, más desahucios, más
hambre son imposibles. La realidad, pero, contradice dicha percepción.
En los últimos años, las cifras, y los rostros, de la miseria no ha
hecho sino aumentar en el Estado español. Hoy, la cifra de personas que
viven en situación de pobreza extrema se sitúa ya en tres millones de
personas. La renta familiar ha caído a niveles del año 2001. La
explicación es tan sencilla como dura: los ingresos han disminuido en un
4%, mientras que los precios han aumentado un 10%. Así lo indican los
datos del estudio ‘Desigualdad y Derechos Sociales. Análisis y
Perspectivas 2013′, elaborado por la Fundación Foessa.
Los más afectados son los pobres entre los pobres, los que menos
tienen. Ayer una persona sin recursos, que vivía en la calle, moría de
hambre en Sevilla. Primero es el desempleo, después las dificultades
para llegar a final de mes, a continuación el no poder pagar la luz, el
agua, la electricidad, el alquiler o la hipoteca y, finalmente, la
comida. La tendencia indica que vamos a peor. En el año 2025, se calcula
que la cifra de pobres en el Estado español podría aumentar en ocho
millones, según el informe de Intermón Oxfam ‘La trampa de la
austeridad’. No sólo se trata de la crisis, sino de las medidas que se
aplican de salida a la misma. La austeridad, los recortes, la
disminución de ayudas y prestaciones, la privatización de los servicios
públicos, el aumento del IVA… recaen, principalmente, en los sectores
más vulnerables.
En consecuencia, las desigualdades sociales van en aumento. La
diferencia entre los más ricos y los más pobres en el Estado español se
sitúa ya en un 30%, en la cima de la desigualdad en Europa, por delante,
incluso, de países duramente golpeados por la crisis como Grecia, y
sólo superados por otros como Letonia, Bulgaria y Portugal. La
conclusión es clara: unos pocos aumentan sus ganancias a costa del
empobrecimiento de la mayoría. La salida a la crisis no es imparcial ni
ideológicamente neutra, responde a los intereses de unas élites
políticas y económicas que esperan ganar, y mucho, con esta situación.
Nuestra miseria es, ni más ni menos, que su beneficio.
¿Podemos ir a peor? Tristemente, sí. Las políticas de salida a la
crisis que actualmente se aplican en la periferia de la Unión Europea
son calco y copia de las que durante décadas se han llevado a cabo en
los países del Sur. Si entonces se llamaban Programas de Ajuste
Estructural, hoy reciben el nombre de “rescate”. La lógica, pero, es la
misma y el resultado de sobra conocido. Avanzamos hacia una
tercermundización de la sociedad. La dinámica centro-periferia que se ha
dado en los últimos años a escala global, se repite ahora en el seno de
la Unión.
Pero, ¿cuánta pobreza podemos soportar? ¿Cuánta miseria estamos
dispuestos a aceptar? ¿Hasta donde permitiremos que nos sigan
recortando? La sed de beneficios del capital no tiene límites. Y el
lucro no hace sino aumentar su avaricia. Sólo nosotros, la mayoría,
somos los únicos capaces de hacerle frente. Cuando nos demos cuenta de
ello, y actuemos en consecuencia, habremos ganado la partida.
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