jueves, 4 de septiembre de 2014

CHARLA SOBRE LA "ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN" EN TEGUESTE


   

Ayer asistí en Tegueste a una charla de Christian Felber sobre la "economía del bien común" ante un numeroso público que demuestra la creciente popularidad de este propuesta.

La economía del bien común se puede sintetizar en los siguientes 20 puntos:
1. La economía del bien común se basa en los mismos valores que hacen
florecer nuestras relaciones: confianza, cooperación, aprecio, democracia,
solidaridad. Según recientes investigaciones científicas conseguir buenas
relaciones es la mayor fuente de motivación y felicidad de los seres humanos.

2. El marco legal económico experimenta un giro radical, cambiando las
reglas del juego de afán de lucro y competencia por cooperación y contribución
al bien común: Empresas que practican la cooperación serán recompensados. En
cambio, el comportamiento competitivo conlleva desventajas.

3. El éxito económico no es medido por indicatores monetarios como el
beneficio financiero o el BIP, sino con el balance del bien común (a nivel de
empresas) y el producto del bien común (a nivel de sistema). El balance del
bien común se convierte en el balance principal de todas las empresas. Cuanto
más social, ecológica, democrática y solidaria sea la actividad, mejores serán
los resultados del balance del bien común alcanzados. Mejorando los resultados
del balance del bien común de las empresas en una economía nacional, mejorará
el producto del bien común.

4. Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas
legales: tasas de impuestos reducidas, aranceles ventajosos, créditos baratos,
privilegios en compra pública y a la hora de reparto de programas de investigación,
etc. La entrada en el mercado se verá, por tanto, más favorecida para actores
éticos y sus productos y servicios, que los de los no-éticos, indecentes y no
ecológicos.

5. El balance financiero será el balance secundario. El beneficio financiero
pasa de ser fin a ser medio. Éste sirve sólo para aumentar el ‘nuevo’ fin
empresarial: Aportación al bien común. Los excedentes del balance financiero
deberán utilizarse para: inversiones con plusvalía social y ecológica,
devolución de créditos, depósitos en reservas limitadas, bonificación a los
empleados de forma restringida, así como créditos sin intereses a empresas
cooperadoras. No se utilizarán los excedentes para bonificar a personas que no
trabajan en la empresa, adquisición hostil de otras empresas, inversión en
mercados financieros (éstos dejarán de existir), o aportaciones a partidos
políticos. En contrapartida, el impuesto sobre el beneficio empresarial será
eliminado.


6. Como el beneficio financiero es ahora un medio, y deja de ser un fin, las
empresas pueden esforzarse hacia su tamaño óptimo. No tienen que temer ser
adquiridas, o sentirse obligadas a crecer para ser más grandes, más fuertes o
con mayores beneficios. Todas las empresas están liberadas de la coerción de
crecer y tragar.

7. Exisitiendo la posibilidad de aspirar sin miedo al tamaño óptimo, habrá
muchas empresas pequeñas en todas las ramas. Como no tienen que crecer más, les
será más fácil cooperar y practicar la solidaridad. Se pueden ayudar mutuamente
con conocimientos, tecnología, encargos, personal o créditos sin interés. Serán
recompensadas con resultados del balance del bien común positivos. Las empresas
van formando una red de aprendizaje solidaria, la economía se transforma en un
sistema win-win.

8. Las diferencias de ingresos y patrimonios serán limitadas: Ingresos
máximos de por ejemplo 20 veces el salario mínimo. Propiedades que no excederán
p. ej. los 10 millones de euros, el derecho de cesión y herencia, 500.000 euros
por persona, en empresas familiares a 10 millones de euros por hijo. El
excedente sobre estos límites serán repartidos a través de un “fondo de
generaciones” como “Dote democrático” a las siguientes generaciones: igualdad
de capital inicial significa mayor igualdad de oportunidades. (Los márgenes
exactos deberán ser definidos democráticamente en una asamblea económica.)

9. En grandes empresas a partir de un elevado numero de empleados (por
ejemplo, más de 250) los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y
progresivamente a los empleados y ciudadanos. La población podrá ser
representada directamente a través de “parlamentos económicos regionales”. El
gobierno no posee derecho decisorio o de intervención en empresas publicas.

10. Esto es igualmente válido para los bienes democráticos, la tercera
categoría de propiedad, junto a una mayoría de pequeños y medianos empresarios
y grandes empresas de propiedad mixta. Por bienes democráticos entendemos
instituciones económicas públicas en campos de enseñanza, salud, acción social,
movilidad, energía, o comunicación: la infraestructura básica.

11. Un bien democrático importante es el banco democrático. Éste sirve, como
todas las empresas, al bien común y, como todos ellos, controlado por la
ciudadanía soberana y no por el gobierno. Sus servicios consisten en depósitos
de ahorro garantizados, cuentas corrientes gratuitas, créditos de interés
reducido y créditos de riesgo com plusvalía social y ecológica. El Estado se
financia primordialmente a través de créditos sin interés del Banco Central. El
Banco Central obtiene el derecho exclusivo de la creación de dinero y efectúa
las transacciones de capitales internacionales para impedir evasión fiscal. Los
mercados financieros en la forma actual ya no existen.

12. Siguiendo la propuesta de John Maynard Keynes del 1944, se establece una
cooperación monetaria global a base de una unidad de calculación (p. ej.
“globo”, “terra”) para el comercio international. A nivel local, monedas
regionales pueden complementar la moneda nacional. Para protegerse de la
competencia injusta, la UE inicia una zona de comercio justo (Zona del Bien
Común) con estándardes harmonizados o con tarifas aduaneras correlacionadas con
el resultado del BBC de la empresa productora. A largo plazo, la meta es una
Zona del Bien Común en la ONU.

13. A la naturaleza se le concede un valor propio por lo cual no puede
transformarse en propiedad privada. Quien necesite un pedazo de tierra para
vivir, agricultura o comercio, se le cede una superficie limitada de forma
gratuita o pagando una tasa de utilización. El uso de la tierra está
condicionado a criterios ecológicos y al uso concreto. Esto será el final de la
especulación inmobiliaria, el “landgrabbing” (apropriación de grandes
superficies por multinacionales u otros países) y el latifundismo. En
contrapartida, se anula el impuesto sobre el terreno.

14. El crecimiento económico deja de ser un fin. Un nuevo objetivo será la
reducción de la huella ecológica de personas privadas, empresas y naciones,
hacia un nivel globalmente sostenible y justo. El imperativo categórico de Kant
será extendido a la dimensión ecológica. Nuestra libertad de elegir un estilo
de vida determinado encuentra su fin cuando limita la libertad de otros de
elegir el mismo estilo de vida o por lo menos llevar und vida en dignidad.
Personas privadas y empresas serán incentivadas para medir su huella ecológica
y reducirla a un nivel globalmente sostenible y justo.

15. El horario de trabajo retribuido se verá reducido escalonadamente hacia
la marca, deseada por mayoría de 30 a 33 horas semanales. De este modo queda
tiempo libre para otros tres campos de trabajo de gran importancia: trabajo de
relaciones y cuidados (niños, enfermos, ancianos), trabajo de crecimiento
personal (desarrollo de la personalidad, arte, jardín, ocio), trabajo en la
política y actividades públicas. Como consecuencia de este reparto más
equlibrado entre las distintas actividades, el estilo de vida se hará más
suficiente, menos consumidor, y más sostenible.

16. Cada décimo año en la profesión es un “año sabático” que será financiado
a través de un salario mínimo incondicional. Las personas pueden hacer en este
tiempo lo que quieran. Esta medida descarga el mercado de trabajo en un diez
por ciento de la tasa de desempleo en la Unión Europea.

17. La democracia representativa será completada por la democracia directa y
la democracia participativa. La ciudadanía soberana debería poder controlar y
corregir su representación, decretar leyes por si misma, modificar la
constitución y poder controlar las infraestructuras de abastecimiento:
ferrocarril, energía, agua, correos, bancos. En una democracia real son
idénticos los intereses de los representantes y los de la ciudadanía soberana.
Requisitos para ello son derechos constitucionales de co-legislar y de controlar
por parte de la ciudadanía soberana.

18. Todos los puntos angulares deberán madurarse a través de discusiones
intensas en un amplio proceso de bases, antes de que se conviertan en leyes
elaboradas por una asamblea económica directamente elegida; su resultado se
votará democráticamente por la ciudadanía soberana. Lo que sea aceptado, se
introducirá en la constitución y sólo podrá volverse a cambiar con el respaldo
de la ciudadanía soberana. Aparte de la asamblea económica del bien común puede
haber otras convenciones para profundizar la democracia: asamblea para la educación,
asamblea para los medios de comunicación o una asamblea para el desarrollo de
la democracia.

19. Para afianzar en los niños los valores de la economía del bien común y
poderlos practicar, el sistema de educación debería estar orientado igualmente
hacia el bien común. Esto requiere otra forma de enseñanza y otros contenidos,
como por ejemplo: emocionología, ética, comunicación, educación democrática,
experiencia de la naturaleza y sensibilización corporal.

20. Debido a que en la economía del bien común, el éxito empresarial posee
un significado muy diferente al que actualmente recibe, se demandan otras
competencias de gestión. Las empresas ya no buscan a los gerentes más duros y
ejecutivos de la “eficiencia cuántitativa”, sino a los más responsables y
socialmente competentes, los más empáticos y sensibles que consideran la
codeterminación como una oportunidad y un beneficio para todos.

El movimiento creado en torno a esta novedosa propuesta cuenta con una página web donde puedes ampliar la información al respecto y conviene también conocer algunas críticas que desde el campo del la economía neoliberal (o pseudoliberal como dice Felber) se le ha hecho a la economía del bien común (pinchar aquí para ver las críticas de Juan Ramón Rallo, economista neoliberal español).

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