Activistas paralizan las obras de la urbanización del Puertito de Adeje (11-08-2022)
Leyendo el libro de Naomí Klein y Rebecca Stefoff "Como cambiarlo todo" (una guía esencial para proteger el planeta) he constatado la existencia de un activismo juvenil que está impulsando diversos movimientos de resistencia frente al cambio climático y al cercano colapso medioambiental que no se resignan a dejar las cosas como están y que reclaman nuevos políticos y sistemas económicos que envueltos en nuevos valores y tomando decisiones basadas en la justicia y en el bien común a escala planetaria. Son movimientos que buscan cambiar nuestra forma de pensar y abandonar el pensamiento dominante que prioriza los mercados y los beneficios por encima de la gente, el resto de los seres vivos y del planeta.
Ese impulso juvenil que nutre de nuevos ánimos a la resistencia social frente al desarrollismo desaforado que está convirtiendo nuestras islas en santuarios de cemento, asfalto y basura, lo podemos encontrar en las dos últilmas movilizaciones que se están llevando en Tenerife contra la construcción de un hotel en la playa de La Tejita y contra la urbanización del Puertito de Adeje.
El fetiche del crecimiento constante y la amenaza del desempleo y la pobreza sirven de parapetos en los que se refugian los verdugos y las víctimas. Pero de nada vale esconder la cabeza bajo el ala: las escenas de nuestras zonas turísticas convertidas en desiertos urbanos durante el confinamiento de la pandemia del COVID anticipan lo que puede pasar en estas islas de manera permanente ante futuras situaciones de colapso planetario cada vez más próximas y probables, si no hacemos algo al respecto.
Necesitamos parar esta forma de actuar sobre nuestro territorio y de generar riqueza. En Baleares acaban de aprobar una moratoria turística que prohíbe desde ya la creación de nuevas plazas turísticas. Urge plantearnos un debate sobre la capacidad de carga de un territorio limitado como las Islas Canarias y la conveniencia o no de una Ley de Residencia. El necesario cambio de nuestro modelo productivo no es algo que se puede hacer por decreto. Pero si se pueden ir dando pasos para avanzar a un decrecimiento en el número de turistas que nos visitan pero apostando por la diversificación de la oferta turística y la captación de nuevos visitantes que no se limiten solo al consumo de sol y playa. Necesitamos una apuesta decidida por las energías límpias y renovables que nos acerquen a la autosuficiencia y nos liberen de la limosna del REF que incluye el sobrecoste de la generación de la energía eléctrica en Canarias en el recibo de la luz que pagan todos los ciudadanos de Estado Español. La posibilidad del colapso hídrico en las islas no es desdeñable y no podemos seguir confiándolo todo en las plantas potabilizadoras. Quizás como propone Ben Magec se haga necesaria una nueva Ley de Aguas que esté presidida por el principio del bien común y la sostenibilidad. La pandemia puso en su justo valor las actividades productivas de los sectores agrícola y ganadero y de los servicios públicos. El aumentar nuestra autosuficiencia alimentaria que puede generar nuevos empleos a la vez que permite mejorar la salud de los habitantes de las islas y reducir la contaminación derivada del consumo de productos foráneos, es otro de los ejes claros que deben orientar ese necesario cambio de modelo productivo.
Veo que los jóvenes implicados en las movilizaciones a las que he hecho referencia, tienen claro muchos de estos planteamientos. Espero que su entusiasmo nos arrastre a los que pertenecemos a otras generaciones y retomemos las ansias que nos llevaron a muchos a luchar por un futuro mejor.