El artículo de John Crace en The Guardian sobre un último estudio de las corrientes marinas en el Océano Atlántico que advierten de una ruptura cercana en la circulación oceánica se ha convertido en la noticia mas leída últimamente en este prestigioso diario británico. El tema es de tal gravedad que no se puede dejar en manos sólo de unos pocos científicos preocupados por el clima en nuestro planeta.
No es la primera vez que leo algo relativo a este tema, sin ir más lejos, el año pasado se trató en varios medios y me quedo con este artículo de Antonio Martínez Ron, publicado en El Diario: "¿Qué es la circulación del Atlántico amenazada por la crisis climática y qué pasaría si colapsa?".
El océano y la atmósfera regulan el clima de la Tierra ya que ambos transportan calor desde el ecuador hacia latitudes más altas. El Océano Atlántico juega un papel fundamental en este sistema pues es el único océano que transporta calor hacia el norte en todas las latitudes. La Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC) que engloba parte de la Corriente del Golfo y otras poderosas corrientes, ayuda a distribuir energía alrededor de la Tierra y modula el impacto del calentamiento global causado por el hombre. La AMOC es la responsable del transporte de agua caliente y por lo tanto calor, al Atlántico Norte, jugando un papel determinante en la regulación del clima en Europa y provoca corrientes marinas de carácter frio que provienen del Norte que atemperan las temperaturas en Canarias que, de otro modo, serían más elevadas dada su proximidad al continente africano.
La tesis de la que da cuenta el artículo de John Crace es que la circulación de las corrientes marinas en el Océano Atlántico se acerca a un punto de inflexión "devastador" pues el colapso del sistema de corrientes se produce a tal velocidad que la adaptación al mismo sería "imposible". La nueva investigación publicada en Science Advances utilizó modelos informáticos y datos anteriores, desarrollando un indicador de alerta temprana para la ruptura de la circulación meridional del Atlántico (Amoc) y se constató que Amoc ya está en camino hacia un cambio abrupto, que no ha ocurrido en más de 10.000 años y que tendría consecuencias nefastas para gran parte del mundo.
Los datos disponibles hasta ahora evidencian que "el sistema está siendo erosionado por el derretimiento más rápido de lo esperado de los glaciares de Groenlandia y las capas de hielo del Ártico, que vierte agua dulce al mar y obstruye el hundimiento de agua más salada y cálida del sur. Amoc ha caído un 15% desde 1950 y se encuentra en su estado más débil en más de un milenio".
Si bien, hasta ahora no ha habido consenso sobre la gravedad de estos fenómenos, este nuevo artículo "ha abierto nuevos caminos al buscar señales de advertencia en los niveles de salinidad en la extensión sur del Océano Atlántico, entre Ciudad del Cabo y Buenos Aires. Simulando cambios durante un período de 2.000 años en modelos informáticos del clima global, descubrió que un lento declive puede conducir a un colapso repentino en menos de 100 años, con consecuencias calamitosas".
Algunas de estas consecuencias serían "el aumento del nivel del mar en el Atlántico que podría llegar a un metro en algunas zonas. Las estaciones húmedas y secas en el Amazonas cambiarían debilitando aún más la selva tropical y las temperaturas en todo el mundo fluctuarían de una manera mucho más errática. El hemisferio sur se calentaría y habría un enfriamiento drástico de Europa que tendría menos precipitaciones. Si bien esto puede parecer atractivo en comparación con la tendencia actual de calentamiento, los cambios se producirían 10 veces más rápido que ahora, lo que haría casi imposible la adaptación".
Los científicos detrás de la investigación dicen que todavía no hay datos suficientes para decir si esto ocurrirá en el próximo año o en el próximo siglo, pero cuando suceda, los cambios son irreversibles en escalas de tiempo humanas.
El clima de las Islas Canarias está determinado fundamentalmente por dos factores: la presencia de los vientos alisios y el anticiclón de las Azores. El colapso de la AMOC afectaría gravemente a estos factores y las consecuencias serían también catastróficas en nuestras islas. La gran pregunta que no voy a constestar es si podemos hacer algo para evitar el desastre.
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