Estoy leyendo el libro de Jack Kornfield "Después del éxtasis, la colada". Cuenta la historia del encuentro del joven Nachiketa con el señor de la muerte, quien le concede tres deseos. Los tres deseos que le plantea el joven hindú tienen que ver con las puertas para la iniciación en un camino espiritual: el perdón, la energía interior y la mirada en el espejo para responder la pregunta sagrada de "¿Quién soy yo?" que lleva a la eternidad.
El perdón es a la vez una preparación y un fin de la vida espiritual. Nos permite dejar de ser rehenes del pasado para llegar a un "soltar compasivo" para el beneficio nuestro y de los demás. Sin el sabio corazón del perdón, arrastramos toda la vida los obstáculos del pasado.
Kornfield cuenta el encuentro de dos antiguos prisioneros de guerra. Cuando uno preguntó: "¿Has perdonado a tus carceleros?". El otro contestó "No, nunca". El primer exprisionero miró compasivamente a su amigo y dijo: "Entonces, todavía te tienen prisionero".
Con el perdón, nuestros corazones se vuelven, durante un tiempo, claros y plenos.
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